Se fue JOAQUIN (KIM), mi
amigo, A.C.S.
Cuando me enteré,
pareció que se abría un abismo a mis pies y mi pecho se vació, creándome un
ahogo.
Estaba delicado y se
sabía que estaba librando una dura batalla, pero cuando se produce una partida,
siempre pilla a contrapié, por sorpresa y desprevenido.
Le conocía desde los
18 años, cuando me seleccionó para un puesto administrativo en una compañía
financiera y allí empezamos una carrera paralela, en diferentes niveles, pero
con los mismos objetivos. Impulsamos el crecimiento de un pequeño banco, se
constituyó una compañía financiera, una pequeña promotora inmobiliaria y una
corporación “trust”, al otro lado del
Atlántico, en Puerto Rico, lugar que él quería especialmente.
Han sido más de 50
años que han dado espacio para muchas cosas y necesitaría gran cantidad
de páginas y tiempo para contarlas todas
y probablemente, olvidaría un montón.
Durante este tiempo
(más de lo que duran muchos matrimonios) se fue cimentando nuestra sólida amistad
porque había entre ambos el elemento imprescindible:
confianza absoluta.
Con él, aprendías
escuchando porque era persona con muchos conocimientos y así ocurrió conmigo.
Era un emprendedor, en
momentos que tanta falta hacían en el país y analizada una idea de negocio,
dejaba que fuera desarrollado, con control y supervisión, pero con absoluta
libertad, por lo menos en mi caso particular. Eso sí, siempre te recordaba que “los
experimentos había que hacerlos con gaseosa”.
Ya podéis imaginar
cuantos acontecimientos, situaciones y complicidades se habrán producido y
aunque desde hace años que yo vivo en Puerto Rico, donde conocí a mi esposa (y
hasta de esto es co-responsable), aun en la separación, mantuvimos nuestra amistad, porque lo que podía afectarla, no era la distancia,
era el olvido. Nos veíamos y
compartíamos cuando viajábamos y
manteníamos una relación escrita, no muy significativa porque creo que a ninguno
de los dos nos encantaba escribir.
Tuve la suerte y Dios
me dio la oportunidad, de que en nuestro
último viaje a Barcelona, hace escasamente un mes, pude verle, compartir, reírnos
un rato con nuestras “batallitas” y darle el último abrazo.
Se fue mi amigo y
espero que me haga un lugar allá donde esté, porque quedaron muchas cosas por hacer.
Fue un privilegio y un
placer, gozar de su amistad.
Tarde o temprano, nos veremos.
Tarde o temprano, nos veremos.